16 abril 2008

Reflexiones

Ayer fue un día un poco durillo para mí. Lo de la tensión arterial me está dando más de un quebradero de cabeza; lo de los puntos de sutura no tanto, aunque fastidian bastante; y para acabar de adobar todo el embrollo, los graciosos de siempre ayudaron a que tuviera un dia xoooooof, como yo lo suelo llamar. Pero yo estaba equivocado, como casi siempre.

Una vez descansado (poco, porque las heridas no paran de noche), y reflexionado he llegado a la conclusión de que todas esas sandeces que me ponían por aquí son una bendición de Dios. Nunca hubiera imaginado que una persona como yo, con mis cosas buenas y malas, despertara tanto interés a la gente. La prueba es que ayer tuve más de 100 visitas, 40 de nuevas (me lo dicen las estadísticas que controlan esta web), y la gran mayoría provenían de un mismo nodo. Es mi récord de visitantes.

¿Qué conclusión saco de todo ésto? Pues que cada uno tiene su sitio en esta vida. Si entran aquí, aunque sea para cachondearse de uno, pues está bien que la gente se desahogue. Lo que está mal es que mis compañeros de trabajo entren a mi blog en pleno horario laboral. Es la parte negativa, que los que entraron procedentes de ese mismo nodo lo hacían desde su lugar de trabajo, y luego ellos mismos se quejaran de que yo debo emplear más tiempo para trabajar en la empresa que me paga, y muy bien por cierto, como me dijeron una vez. Eso quiere decir que todos nos hemos de aplicar. La suerte que yo tengo ahora es que al estar de baja tengo más tiempo para escribir por aquí, aunque reconozco que el hecho de estar sentado afecta bastante a las heridas de la intervención.

Así pues, muchas gracias a todos esos infiltrados por ver y leer mi blog.

Por cierto, he vuelto a activar los comentarios, porque creo que es justo que la gente diga lo que siente (¿sandeces?)