30 octubre 2006

Orgulloso a la fuerza


Nunca creí que ese día iba a llegar tan pronto, pero llegó. El sábado jugamos un torneo de pitch and putt por parejas, mi hijo, conmigo, y mi hija, con un amigo. Hace un año que jugamos a este deporte, y la progresión de ellos es más meteórica que la mía, eso es evidente. El sábado, como dije antes, disputamos un torneo. Mi hijo y yo acabamos donde tenemos que estar, por abajo con muchos golpes. Pero mi hija, bueno, la pareja que formaba mi hija con Sergi Ribas, un gran amigo, ¡nos ganaron con 6 golpes de ventaja!
He de reconocer que me alegré muchísimo de que mi hija me superase. Me sentí muy orgulloso pero, y esto es lo más duro, por mi cabeza pasaron pensamientos infames más digno de un envidioso que de un padre.
No lo niego. Sentí impotencia por un momento. Que tu hija te gane es frustrante para un padre. Lo puedo asegurar.
Sin embargo, y esto es lo bueno, el orgullo de un padre puede más que todo lo demás junto. La lección que aprendí es fácil de asimilar: el futuro es de ellos, de los peques, como los de la escuela de Badalona en la que practican el P&P (ver foto). Hay que ayudarles a conseguir sus metas. Nosotros, creo, ya hemos cumplido.
Pero le pediré la revancha, eso también lo aseguro.

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