26 octubre 2006

¿A quién elegir?

Es la eterna pregunta cuando vienen elecciones. Todos los candidatos te llenan de promesas que luego acaban por no cumplir; las descalificaciones entre ellos están a la orden del día; y los impuestos y tasas no hacen más que subir y subir. Empiezo a pensar que sólo buscan la gloria política y la caja de caudales.

Me acuerdo una vez, en las pasadas elecciones al Parlamento, las que ganó ZP, una anécdota más triste que graciosa y que nunca tuvo resonancia porque no interesaba, pero reflejaba a la perfección los intereses de los políticos. Un candidato de IU-Els Verds fue a dar un mitin a Vilanova i la Geltrú. Este candidato abogaba por la ecología en detrimento de hidrocarburos, líneas de alta tensión y energías nucleares. Lo comparto plenamente, pero me engañó, a mi y a todo el mundo. Ese señor se presentó al mitin a bordo de un coche de gama alta. ¿No podía haberse desplazado en tren? Más limpio sería, eso seguro. Un ciudadano le increpó por ello y el resultado fue que metieron a toda prisa a ese candidato en el recinto donde debía dar su mitin.
Resumiendo: huyó, como los cobardes.
Yo, prácticamente ya no me creo a ninguno. Podría estar escribiendo cosas así toda la noche (Montilla promete libros de texto gratuitos en primaria, algo que ya prometió y no cumplió Maragall). Así que tengo una gran duda: ¿A quién no votaré? Total, para que me roben más cada día, ¿qué más da quien salga?

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